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    Hatha Yoga, algo más que una actividad física

    Yoga significa UNIÓN y es la ciencia que busca el equilibrio y la armonía entre el cuerpo, la mente y las emociones.

    Su cuna es India y es muy difícil precisar su origen histórico. Algunos estudios consideran que tiene una antigua edad de más de 5000 años, es decir que sería anterior a los Vedas, los libros más antiguos de la humanidad. En excavaciones arqueológicas realizadas en el Valle del Indo (civilizaciones de Harappa y Mohenjodaro) se encontraron muchas estatuas representando posturas de Yoga y meditación. Aunque la falta de evidencias escritas, hace que otros estudios sitúen el origen del Yoga en la época Védica (hace 3000 años aproximadamente).

    La ciencia del Yoga comienza a trabajar en el aspecto más externo de la personalidad, el cuerpo, que para la mayoría de las personas es un punto de partida práctico y familiar. Las antiguas escuelas tántricas de la India fueron el lugar donde se desarrolló y de donde surgió el Hatha Yoga. Fueron estas las que crearon una nueva actitud hacia el cuerpo humano y la existencia física en general.

    El Hatha Yoga trabaja la dimensión física de la persona, y lo hace mediante el establecimiento de Asanas (posturas) y Vinyasas (movimientos) que tienen como objetivo, fortalecer, flexibilizar y equilibrar. Posturas y movimientos incluyen el contacto permanente con la respiración (Pranayama). Además, conlleva la práctica de diversas técnicas de Relajación y Meditación.

    Nuestras experiencias vitales, pensamientos y mundo emocional se representan en el cuerpo. Lo físico, lo mental y lo emocional están íntimamente conectados. El cuerpo físico es el vehículo del cuerpo mental y del cuerpo emocional, por tanto la vivacidad física favorece el cuidado de los otros cuerpos.

    La esencia de la conciencia corporal reside en llevar la mente al cuerpo: mirarse, escucharse desde dentro, sentir cada parte, experimentar el movimiento y la quietud. Cuando escuchas con tu cuerpo, vives tu propia experiencia interior, equilibrando la triada cuerpo-mente-emociones.

    Además, la característica biopsicosocial de la persona hace que la expresión corporal sea una expresión social:
    “En cualquier cultura el cuerpo está íntimamente ligado a lo social, ya que toda práctica social es, de una manera u otra, una experiencia corporal. En la sociedad actual el cuerpo se ha convertido en algo a reivindicar, a mostrar, algo que cuidamos con esmero, un objetivo en sí mismo, que centra muchas de nuestras actividades cotidianas.” (Mari Luz Esteban, Antropología del Cuerpo)

    Por todo esto, la característica fundamental de esta práctica corporal es que interviene a nivel integral: es una disciplina milenaria que entiende a la persona como una unidad (mente-cuerpo-emociones) y es una herramienta óptima de Autoconocimiento. Cómo nos sentimos, incide positivamente en la manera que afrontamos el día a día y nuestra vida en general.

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