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    El dolor Neuropático

    El dolor neuropático (DN) es un trastorno neurológico por el que las personas que lo padecen experimentan dolor crónico intenso debido a un nervio dañado, producido en los nervios periféricos (dolor neuropático periférico) ó por daño en la médula espinal o el cerebro (dolor neuropático central). De esta forma, el sistema nervioso comienza a interpretar estímulos sensoriales normales de temperatura o de tacto, entre otros, como si fueran sensaciones muy dolorosas.

    Aproximadamente el 90% de los casos de dolor neuropático se originan en el Sistema Nervioso Periférico secundario a neuralgia post-diabética, neuralgia post-herpética (causa infecciosa producida por el virus Herpes Zoster) o neuralgia post-traumática (cuando el nervio es aplastado o cortado, amputación). La radiculopatía por compresión de nervios periféricos a su salida de la columna vertebral (estenosis de canal lumbar o ciática), el síndrome de dolor regional complejo, la polineuropatía diabética, la neuralgia post herpética, post mastectomía o la neuralgia del trigémino son manifestaciones frecuentes de dolor neuropático.

    El 10% de los casos restantes se originan en el Sistema Nervioso Central como consecuencia de un ictus, esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson.

    En términos globales, se estima que afecta a cerca del 7% de la población total, y representa el 25% de las consultas sobre dolor que se producen en los centros de salud.

    Las anormalidades sensoriales son hallazgos cruciales para diagnosticar correctamente el dolor neuropático o para distinguir éste de otros tipos de dolor. Los principales retos en el desarrollo de un enfoque integral dirigido al manejo del dolor neuropático incluyen el diagnóstico adecuado de la causa del dolor, la identificación del tipo de dolor, la evaluación de la importancia de sus diversos componentes y la determinación de un tratamiento adecuado. Para comenzar, se realizan pruebas muy sencillas para detectar si el paciente experimenta:

    Las anormalidades sensoriales son hallazgos cruciales para diagnosticar correctamente el dolor neuropático o para distinguir éste de otros tipos de dolor. Los principales retos en el desarrollo de un enfoque integral dirigido al manejo del dolor neuropático incluyen el diagnóstico adecuado de la causa del dolor, la identificación del tipo de dolor, la evaluación de la importancia de sus diversos componentes y la determinación de un tratamiento adecuado. Para comenzar, se realizan pruebas muy sencillas para detectar si el paciente experimenta:

    1. Alodinia: percepción de dolor u otras sensaciones molestas, como quemazón u hormigueo, a partir de estímulos que no deberían provocarlas, como una caricia en la piel. Las sensaciones desagradables pueden iniciarse o mantenerse después de que la estimulación haya cesado. La respuesta dolorosa puede producirse en cualquier parte del cuerpo y no remite con el consumo de medicamentos analgésicos
    2. Hiperalgesia: Aumento de la sensibilidad al dolor y reacción extrema al dolor. En muchos casos la diferencia entre alodinia e hiperalgesia se limita a la intensidad de la estimulación; la primera cuando el dolor no debería aparecer, e hiperalgesia cuando es más intenso de lo que cabría esperar.
    3. Hipoalgesia: sensibilidad reducida por un estímulo normalmente doloroso.
    4. Hipoestesia: sensibilidad disminuida.
    5. Disestesia: sensación desagradable y espontánea.
    6. Parestesia: sensación anormal espontánea y no desagradable.
    7. Anestesia dolorosa: dolor en zona anestesiada.
    8. Neuralgia: dolor en área inervada por uno o más nervios.
    9. Radiculalgia: dolor a lo largo de la distribución de una o más raíces sensitivas.
    10. Punto «trigger»: área hipersensible, situada en músculo o tejido conectivo.
    El dolor Neuropatico

    El dolor neuropático se considera como uno de los peores dolores,  no sólo por la dificultad del tratamiento, debido a su enorme complejidad fisiopatológica, sino también por la forma tan intensa en la que lo experimentan los pacientes y que conduce a una pérdida de calidad de vida y a una limitación funcional acusada a lo largo del tiempo.

    En cuanto al tratamiento, no responden a analgésicos comunes como deberían, por ello, son imprescindibles los cambios en los hábitos de vida, como una mejora en el sueño, reducir el peso, controlar los factores de riesgo, programas de rehabilitación y fisioterapia, como terapias de relajación y cambios cognitivo-conductuales para que el paciente conozca aún más su enfermedad y combatir con más fuerza, los episodios de ansiedad o depresión que llevan asociados al dolor.

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